Cuando nos encontramos bajo presión económica y el peso de las deudas, tomar decisiones racionales puede ser un gran reto. Sobre todo, cuando estas tienen que ver con un despacho especializado, la Ley de Segunda Oportunidad y la responsabilidad económica que esto conlleva. Después de todo, para obtener servicios de alta calidad, es necesario realizar una inversión. Esto lleva a muchos a pensar ¿Es realmente necesario?
La respuesta es sí. Muchas personas prefieren ignorar el hecho de que un despacho especializado en la Ley de Segunda Oportunidad es mucho mejor para enfrentar problemas de deudas. En su lugar, prefieren contratar un servicio más económico y que no comprometa su dinero de ninguna manera. Sin embargo, el resultado puede ser totalmente lo contrario. Te explicamos las razones a continuación.
Desconocimiento de la primera fase de la Ley de Segunda Oportunidad
Todo despacho especializado comprende que inmediatamente luego de la presentación concursal, se debe presentar una suspensión. De esta manera, es posible paralizar todos los procedimientos y embargos abiertos contra el deudor. Sin embargo, no todos conocen de este procedimiento y su importancia. Por otro lado, un despacho especializado en la Ley de Segunda Oportunidad tendrá total conocimiento sobre este proceso.
Sin un despacho especializado, puedes perder tu oportunidad de disfrutar de la Ley de Segunda Oportunidad
Incluso si cumples con todos los requisitos. Aún es posible caer en la desgracia de perder la posibilidad de disfrutar de la exoneración de la Ley de Segunda Oportunidad. Esto ocurre de manera muy común fuera de los despachos especializados, ya que los profesionales prefieren ahorrarse hasta tres meses de procedimiento de la primera fase. Para ello, la mayoría decide aconsejar al cliente de realizar el concurso consecutivo (la segunda fase de la Ley de Segunda Oportunidad).
Debido a ello, muchos individuos deciden saltar la primera fase de mediación concursal o de intentar llegar a un acuerdo extrajudicial de pagos. Esto tiene graves efectos. Sobre todo, con los principales requisitos de la Ley de Segunda Oportunidad. Si no se ha intentado un acuerdo extrajudicial, es necesario realizar un pago del 25% de la deuda. Esto es para poder obtener la exoneración en el monto restante.
Retraso en los plazos
El proceso actual de la Segunda Oportunidad tiene dos partes. Un despacho especializado sabe que la segunda fase del proceso (el concurso consecutivo) tiene un plazo únicamente de diez días para presentarse. Si no se lleva a cabo correctamente o a tiempo, el juez del concurso se encuentra en la total potestad de inadmitir el mismo. Es por ello que es importante que el profesional lleve un seguimiento de los mediadores concursales y redactar la demanda del concurso a tiempo.
Los incidentes concursales no se enfrentan de manera correcta
Existe un acontecimiento muy común al entrar en la segunda fase de la Ley de Segunda Oportunidad. Es que el despacho especializado deba responder a los incidentes concursales. Para ello, es necesario que el profesional cuente con conocimiento en materia de Derecho Concursal y Procesal, una especialización extensa y complicada. Contratar servicios que no se especialicen en este ámbito puede llevar a muchos problemas y contras.
Sin un despacho especializado en la Ley de Segunda Oportunidad, pueden intervenir tu cuenta
Las cuentas intervenidas son un resultado muy común de un proceso de la Ley de Segunda Oportunidad muy poco eficiente. Esto ocurre sobre todo a la falta de un despacho especializado en la materia, quienes pueden resolver todos los errores y problemas relacionados para conseguir liberar el dinero que empresarios y no empresarios necesitan mensualmente.
Plazos e informes desconocidos
Llevar un seguimiento de los diferentes procedimientos de la Ley de Segunda Oportunidad, y además de los informes que deben realizarse, es de suma importancia. Sin embargo, incluso cuando no se cuenta con la ayuda de un despacho especializado con conocimientos en la Ley Concursal y de la Segunda Oportunidad. Es altamente posible cometer errores que tienen que ver con los textos definitivos, informes trimestrales, redención de cuentas, etc.
